El mito del talento

Mientras que mis amigos y familiares suelen elogiar mis obras comentando mi talento natural, la gente de la comunidad artística suele evitar ese tipo de elogios. En cambio, los compañeros evalúan mi trabajo simplemente diciendo lo bueno que es, lo que acredita mejor el duro trabajo que he realizado.

Pero, ¿por qué la narrativa es diferente según quién participe en la discusión? ¿Por qué esta dicotomía? La obsesión pública por el talento está especialmente presente en el arte (visual o musical) y el deporte. Por lo general, no hablamos del talento de la misma manera que de otras profesiones: rara vez se dice que los pilotos, los médicos o los hombres de negocios tienen una habilidad innata o un don natural.

¿Por qué? ¿Por qué se aplica de forma tan restrictiva el concepto de talento?

En resumen, se ha creado un mito del talento para ayudar a explicar el trabajo de las personas de alto rendimiento en los campos artístico y deportivo. La gente no ve los años de entrenamiento y práctica que crean la excelencia, así que atribuyen erróneamente el éxito a los dones naturales o al talento inherente.

El talento es más barato que la sal de mesa. Lo que separa al individuo con talento del que tiene éxito es mucho trabajo duro. - Stephen King

La narrativa del talento surgió quizás cuando los artistas más destacados destruían sus primeras obras para asegurarse de que el público nunca viera cómo aprendieron su oficio. Esto era especialmente frecuente antes de la era del arte moderno.

Los dibujos torpes, los malos intentos de escultura y las pinturas mal ejecutadas nunca veían la luz del día, por lo que los artistas geniales eran conocidos sólo por la cartera de obras pulidas que llegaban a producir. La gente nunca veía sus luchas y los años de estudios que les llevaron a realizar obras tan extraordinarias, desdibujando la percepción de lo que causa el éxito creativo.

Como muchos de esos artistas, no me entusiasma hacer publicidad de mis primeras obras o de las que no me parecen bien ejecutadas; si un cuadro no cumple mis expectativas, no lo publicaré en Instagram, no lo presentaré en una exposición ni lo enviaré a una galería. Solo expongo al público mis mejores obras.

Por lo tanto, la gente que me dice que tengo un talento artístico innato no comprende la cantidad de trabajo, compromiso, tiempo y sacrificio en mi vida privada que me ha costado convertirme en un artista competente.

Me gusta comparar ser pintor con ser chef. Ser un gran chef requiere una combinación de trabajo duro, imaginación, experiencia y recetas. Nadie se levanta una mañana y se convierte en un chef de talla mundial. Se aprende a cocinar practicando y aprendiendo de los errores.

Al principio, ni siquiera puedes hacer unos huevos revueltos decentes y tu primer pastel de carne está seco y soso. La tarta probablemente se queme. Pero si te vuelcas en la cocina y la practicas a diario durante un largo periodo de tiempo, probablemente llegarás a ser un gran cocinero. Pintar no es diferente. Como dice la famosa frase: "¿Quieres saber cuál es la diferencia entre un maestro y un principiante? El maestro ha fracasado más veces de las que lo ha intentado el principiante".

Agnieszka es uno de los jueces del Concurso de Arte Atlas abierto hasta el 30 de septiembre de 2016.

Nacida y criada en Polonia, Agnieszka se trasladó a Estados Unidos en 2001 y se licenció en Bellas Artes por la Academy of Art University de San Francisco. Se dedica a la pintura artística al tiempo que trabaja en una novela gráfica. Agnieszka continúa su formación artística en el Justin Hess Atelier de San Francisco y su obra se encuentra en colecciones privadas de Estados Unidos y Polonia.

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