El poder social de la integridad
Investigaciones recientes demuestran que las personas felices que nunca has conocido, a tres grados de separación, tienen un efecto positivo en tu propia felicidad. El psicoterapeuta Joel Wade echa un vistazo a las investigaciones que demuestran que los buenos y malos comportamientos pasan de amigo a amigo y explica por qué no hace falta estar en una posición de poder para tener un impacto positivo en la cultura.
Ten Habits of Hope
La psicóloga y educadora Marsha Enright explica por qué no hay que aceptar la imposibilidad sin pruebas abrumadoras. En muchísimas situaciones, no tenemos ni podemos tener una certeza total sobre el resultado. Pero eso por sí solo no es motivo para renunciar a un curso de acción. Acostúmbrate a buscar medios alternativos para alcanzar tus objetivos.
Esperanza
Un principio central del Objetivismo es la visión benevolente del universo: la opinión de que el mundo es propicio a los esfuerzos del hombre, y que la felicidad y el éxito son posibles. Pero esta visión no es una negación panglossiana de que ocurren cosas malas. Empresas que han tardado años en construirse son destruidas por edictos gubernamentales sin sentido. Se pierden casas en incendios e inundaciones. La gente vive con una depresión que eclipsa sus objetivos y ahoga la alegría. La esperanza es la perspectiva que nos ayuda a superar estas pruebas. Es a la vez una creencia y un acto de voluntad: la convicción de que la desgracia no es nuestro destino normal y la negativa a dejar que vacíe nuestras vidas de significado.
La vida: tu aventura empresarial
El espíritu empresarial es el espíritu de empresa: ambición de éxito, iniciativa a la hora de actuar, atención a las oportunidades. Significa ser proactivo en lugar de reaccionar ante los acontecimientos y las oportunidades que se presentan. Implica aceptar plenamente la responsabilidad de iniciar la acción para alcanzar los propios objetivos y hacer frente a las consecuencias que surjan al hacerlo.
I Don't Have To
Decir "tengo que" es hablar el lenguaje de la compulsión, el deber, la autoridad, el lenguaje de los mandatos que se nos imponen desde fuera. El objetivismo no es una ética del deber, sino una ética de los valores, cuyo valor último es la propia vida y la felicidad. El lenguaje de los valores es "quiero" y "haré": Quiero esto y haré lo que haga falta para conseguirlo. Hablar el lenguaje de los valores en lugar del lenguaje del deber, "quiero" en lugar de "tengo que", es un recordatorio diario de que vivimos por elección, con la libertad y la responsabilidad que ello conlleva.