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Sobre el visionado de 2001: la primera película transhumanista

Sobre el visionado de 2001: la primera película transhumanista

5 minutos
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20 de noviembre de 2015

Hace poco vi 2001: Odisea del espacio en la gran pantalla. Es la mejor manera de ver este poema cinematográfico visualmente impresionante, como lo vi durante su estreno en 1968. El protagonista de la película, Keir Dullea, asistió a la reciente proyección y, después, nos ofreció su opinión sobre la impresionante obra del director Stanley Kubrick.

Él y muchos otros han hablado de las visiones que ofrece la película. Algunas se han hecho realidad: las videollamadas y las tabletas iPad, por ejemplo. Otras, por desgracia, no: vuelos comerciales regulares a estaciones espaciales en órbita y bases lunares.

Pero lo que debería llamar nuestra atención es que el enigmático tema central de la película, la transformación, se está transformando a su vez de ciencia ficción en ciencia real.

DE LOS SIMIOS AL HOMBRE

La historia de la película surgió de una colaboración entre Kubrick y el gran autor de ciencia ficción Arthur C. Clarke. Si conoce la novela de Clarke anterior a 2001, Childhood's End, y su relato "The Sentinel", reconocerá los temas de la película.

En la película vemos a una especie prehumana al borde de la inanición, luchando por sobrevivir. Aparece un monolito alienígena e implanta en el cerebro de uno de los simios-hombre más curiosos, Moonwatcher, una idea. Coge un hueso y le rompe el cráneo a uno de los cerdos que vagan por el paisaje. Ahora él y su tribu tendrán toda la comida que necesiten.

Sabemos por la novela de Clarke, escrita junto con el guión de la película, que los alienígenas alteran realmente el cerebro de Moonwatcher, dándole capacidad de imaginación e implantándole una visión de él y su tribu repletos de comida. Él ve que hay una alternativa a la inanición y actúa en consecuencia. Los alienígenas habían exprimido la evolución. Kubrick nos ofrece la famosa escena en la que Moonwatcher lanza el hueso al aire. A medida que cae, la escena pasa a un vehículo a la deriva por el espacio. La evolución natural a lo largo de cuatro millones de años ha transformado a los hombres-simio en humanos modernos y tecnológicos.

DE LAS ESTRELLAS AL NIÑO ESTRELLA

En la película, unos astronautas descubren un monolito enterrado en la Luna, que envía una señal hacia Júpiter. Una nave espacial es enviada a investigar, y el astronauta Dave Bowman, interpretado por Dullea, descubre un monolito gigante en órbita. Entra en él y atraviesa una increíble puerta estelar hiperespacial. Al final de su viaje, Bowman es transformado por el invisible monolito alienígena en una nueva forma de vida superior, un niño-estrella de aspecto embrionario con, suponemos, conocimientos y poderes más allá de todo lo soñado por los humanos. Es transhumano.

Kubrick and Clarke are making obvious references to Nietzsche’s Also Sprach Zarathustra. In that book Nietzsche offers a vision of a human going through three transformations, ending up as a child. “Innocent is the child . . . a new beginning . . . a first movement . . . a holy ‘Yes’.” The child is the creator and the potential for the creation of new values. And, of course, Kubrick used the introduction/sunrise music from the Richard Strauss tone poem named for Nietzsche’s work in the film’s famous opening; in the scene when an idea dawns in the brain of the ape-man; and at the end, when the human is reborn as the starchild. This is as over-the-top symbolism as there ever was!

DE LA EVOLUCIÓN A LA CREACIÓN

En 2001, la evolución natural y la intervención alienígena transforman al hombre-simio en hombre, en übermensch. Hoy, los humanos tomamos las riendas de nuestra propia evolución y empezamos a transformarnos, pero ¿en qué?

Futuristas como Max y Natasha Vita More y Ray Kurzweil nos han dado la filosofía transhumanista, la idea de que los humanos podemos y debemos utilizar la tecnología para superar nuestros límites biológicos, mejorando nuestras capacidades físicas y mentales. Hoy en día, científicos, investigadores e ingenieros están haciendo precisamente esto.

Están creando implantes biónicos avanzados y prótesis para sustituir miembros o partes del cuerpo perdidos. Están trabajando en interfaces cerebro-máquina que podrían fusionar mejor ambos. Están experimentando con la implantación de información en los cerebros. Han modificado genéticamente ciertas células para que ataquen únicamente a las células cancerosas. Están trabajando para programar nanobots que hagan lo mismo. Y están comprendiendo los mecanismos profundos que hacen que las células se descompongan con el tiempo y explorando formas de "desactivar" este proceso, es decir, de detener realmente el envejecimiento. ¿Podríamos diseñar supercerebros para ser übermenschen eternamente jóvenes en las próximas décadas?

Hoy, el tema fundamental de 2001, la trascendencia humana, se hace realidad gracias a nosotros, los humanos, y no a monolitos alienígenas. Así que la próxima vez que veas esta película clásica, puede que sigas viendo al niño-estrella como una pieza de ficción evocadora. Pero podrá apreciar que los humanos nos estamos poniendo en camino hacia algo en el futuro más allá de cualquier cosa soñada por los humanos.

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Edward Hudgins
About the author:
Edward Hudgins

Edward Hudgins, former Director of Advocacy and Senior Scholar at The Atlas Society, is now President of the Human Achievement Alliance and can be reached at ehudgins@humanachievementalliance.org.

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