Julio/Agosto de 2007 -- El escritor de novelas de suspense Lee Child sabe cómo atrapar al lector desde la primera página.
En el primer capítulo de su undécimo bestseller, Mala suerte y problemas, unos hombres sin nombre sobrevuelan el desierto de California en un helicóptero Bell 222. Levantan del suelo a un hombre atado en una camilla al que ya han torturado con saña. Levantan del suelo a un hombre atado en una camilla, al que ya han torturado con saña.
Luego lo arrojan, aún vivo, fuera del avión para que se precipite tres mil aterradores pies hacia su muerte.
Su víctima es Calvin Franz, un ex policía militar que pertenecía a una unidad de investigaciones especiales del Ejército. Pero tan mal como le fueron las cosas a Calvin, pronto les irán mucho, mucho peor a los tipos que lo asesinaron.
Verás, el lema de la unidad M.P. había sido: "No te metas con los investigadores especiales". Y este unido equipo estaba liderado por un hombre con el que definitivamente no quieres meterte: Jack Reacher.
Reacher, que mide 1,85 metros y pesa 80 kilos, es astutamente intuitivo y totalmente autosuficiente, una especie de híbrido entre Goliat, Sherlock y Shane. Diez años fuera del ejército, se ha convertido en un vagabundo y solitario, sin dirección ni ataduras, y sus únicas concesiones a la sociedad son un cepillo de dientes plegable, un pasaporte, una tarjeta de cajero automático y la ropa que lleva puesta. Sólo una de las astutas investigadoras de la antigua unidad podría averiguar cómo contactar con este fantasma: deja un ingreso en su cuenta bancaria por un importe que Reacher descifra rápidamente como un mensaje codificado: una petición de ayuda.
La donante es Frances Neagley, la mujer más dura que Reacher haya conocido. Se reúnen en Los Ángeles, donde se enteran del asesinato de Calvin y, poco después, de las espeluznantes muertes de otros miembros de la unidad. Pronto, en una reunión sobria, se les unen los dos últimos supervivientes del equipo: la bella contable forense Karla Dixon y el duro detective David O'Donnell.
"Hay hombres muertos caminando, a partir de ahora", les dice Reacher. "No se tira a mis amigos desde helicópteros y viven para contarlo".
Alguien acaba de ganarse un montón de mala suerte y problemas.
Lo que sigue es un delicioso punto de partida para la serie Reacher, ya que este lobo solitario se reúne con un grupo de amigos empeñados en vengarse en el noroeste del Pacífico. Es una historia en la tradición atemporal de Los siete magníficos, otal vez una mejor analogía podría ser a las novelas pulp "Doc Savage" de décadas pasadas, con Reacher en el papel principal y liderando una banda de amigos formidables contra adversarios despiadados.
El colorido cuarteto enmascara estoicamente sus profundos lazos afectivos con un montón de insultos juguetones y un ingenio seco y discreto. Una de las escenas más divertidas ocurre cuando regresan a su motel y encuentran sus habitaciones saqueadas y sus propiedades destrozadas. La tajante respuesta de Reacher, de una sola palabra, es divertidísima. Sabes que no parará hasta que se haga justicia.
Pero, ¿entregado a quién? Como en anteriores thrillers de la serie, Child teje un enrevesado misterio a través de un tapiz de acción implacable. ¿Por qué los investigadores especiales estaban en el punto de mira? ¿Se debió a algún caso del pasado remoto? ¿O es que una de las víctimas se tropezó con algo desagradable y, sin quererlo, atrajo a los demás? Entre las pistas que hay que descifrar se encuentran oscuros patrones numéricos, que son el terreno abonado para el talento deductivo del fanático de las matemáticas Reacher, y la desconcertante contraseña del ordenador de una víctima de asesinato.
Mala suerte y problemas es uno de los mejores thrillers disponibles.
En última instancia, la trama envía al lector a una colisión con los titulares de las noticias más escalofriantes de la actualidad. Y para el trepidante final, que enfrenta al indomable Reacher y a sus compañeros con los malos en la inevitable confrontación violenta, Child ofrece la resolución perfecta.
Lee Child es un maestro del thriller y un estilista brillante. Su prosa es esbelta como una cuchilla e igual de afilada. Frases cortas y apretadas y fragmentos de frases se desenrollan por la página en cadencias hipnóticas, revelando matices de la trama y los personajes con una precisión hábil y económica.
Reacher a Neagley, fuera de un hotel de lujo:
"No puedo permitirme quedarme aquí".
"Ya he reservado tu habitación".
"¿Lo reservaste o lo pagaste?"
"Está en mi tarjeta".
"No podré devolvértelo".
"Supéralo".
"Este lugar debe costar cientos por noche".
"Lo dejaré pasar por ahora. Quizá nos llevemos algún botín de guerra más adelante".
"Si los malos son ricos".
"Lo son", dijo Neagley. "Tienen que serlo. Si no, ¿cómo podrían permitirse su propio helicóptero?".
Volúmenes de datos entregados aquí, en ráfagas entrecortadas tan concisas como un telegrama.
Pero lo mejor de ésta y de las demás novelas de Reacher es el propio personaje. Child ha logrado lo casi imposible al crear un personaje completamente tridimensional pero sin un solo tic de neurosis. Es difícil recordar a muchos héroes de la ficción popular tan éticamente limpios y psicológicamente serenos. Reacher no rezuma confianza en sí mismo; le brota por los poros. No piensas: "Chico, en un aprieto, seguro que me gustaría tener a Jack Reacher a mi espalda". Piensas: "Chico, en un aprieto, me gustaría ser Jack Reacher".
Mala suerte y problemas es uno de los mejores relatos de Reacher. Es decir: Es una de las mejores novelas de suspense que existen. Como todos los libros, no requiere estar familiarizado con las anteriores entregas; son independientes y pueden leerse en cualquier orden.
Esta novela sería un buen punto de partida, una que con toda seguridad le arrastrará a las filas de las "Criaturas de Reacher".