Atlas Shrugged Parte 2 que ya está en los cines, podría ser algo más que una emocionante película de otoño. Se trata de la última entrega de la trilogía de la gran novela de Ayn Rand, un libro que ha influido en muchos responsables políticos, incluido el candidato a vicepresidente del Partido Republicano Paul Ryan, y que podría influir en los votantes en las elecciones presidenciales.
Atlas Shrugged está ambientada en una América alternativa. Pero el mundo descrito en Parte 2 será dolorosamente familiar incluso para los espectadores que no han visto la Parte 1. La economía está en caída libre. Los precios de la gasolina están por las nubes. Y el gobierno está empeñado en una yihad contra los individuos más productivos y prósperos de riqueza creada por ellos mismos, gravándoles con impuestos e imponiéndoles normas para obligarles a aportar su "parte justa".
Y justo cuando más se necesitan los esfuerzos productivos de determinados empresarios para apuntalar lo que queda de la economía, esas personas empiezan a desaparecer, abandonan el trabajo, las casas y las empresas.
Los no iniciados podrían pensar que Atlas Shrugged se escribió en los últimos años para reflejar la difícil situación actual de Estados Unidos. Pero el libro se publicó en 1957. Ayn Rand lo concibió como una advertencia de lo que ocurriría si Estados Unidos continuaba no sólo por el mal camino económico sino, lo que es más importante, por el mal camino filosófico.
¿QUÉ OCURRIÓ?
Estados Unidos se fundó sobre el principio de que los individuos están dotados de "ciertos Derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad, y que para garantizar estos Derechos se instituyen los Gobiernos entre los Hombres".
Millones de personas -incluida Ayn Rand- vinieron a Estados Unidos a vivir sus vidas como mejor les pareciera, a hacer realidad sus propios sueños, a alegrarse de sus logros productivos, tratando con sus semejantes sobre la base del consentimiento mutuo. La libertad es una situación en la que todos ganan.
Los estadounidenses entrarán en las urnas este otoño con el telón de fondo de un mundo que se derrumba como en Atlas encogido de hombros
Hoy, millones de estadounidenses ven cómo la autonomía personal y las oportunidades que históricamente ha ofrecido este país se reducen a medida que la economía se hunde, y se preguntan: "¿Qué ha pasado?".
Atlas Shrugged Parte 2 nos da una idea. Hank Rearden es el Steve Jobs de la industria siderúrgica. Ha creado un nuevo metal más fuerte, más ligero y más barato que cualquier otro jamás producido. Pero ha tenido que luchar contra los intentos del gobierno de mantener su producto fuera del mercado. Ahora, los mismos políticos y burócratas que intentaron destruir su negocio quieren controlar a quién puede vender su metal y a qué precio, paralizando aún más su empresa. Rearden se pregunta: "¿Cómo puede gente tan pequeña hacer tanto daño?".
El Director General de Copper, Francisco D'Anconia, le ayuda a entenderlo haciéndole otra pregunta: "¿Querías ver tu metal y tu riqueza utilizados por saqueadores que piensan que tu deber es producir y el de ellos consumir, gorrones que piensan que no te deben nada, ni riqueza, ni reconocimiento, ni respeto?".
Rearden responde: "Primero volaría mis molinos". Está empezando a darse cuenta de que las personas libres forjan sus propias cadenas cuando ceden el terreno moral a sus esclavizadores, cuando se dejan llevar por la culpa para servir y apoyar a sus destructores.
D'Anconia pregunta entonces a Rearden: "Si vieras a Atlas, el gigante que sostiene el mundo sobre sus hombros... con las rodillas dobladas, los brazos temblorosos pero aún intentando sostener el mundo con las últimas fuerzas que le quedan, ¿qué le dirías que hiciera?". En este punto, el público comprenderá la respuesta del propio D'Anconia: "Encogerse de hombros".
Los espectadores que no compartan plenamente la filosofía explícita de Rand pueden seguir admirando a Rearden y a Dagny Taggart, la mujer que dirige el mayor ferrocarril del país. Todavía pueden entender la injusticia de castigar a estas personas por sus esfuerzos productivos. Todavía pueden aborrecer a los capitalistas amiguetes que intentan destruir a estos productores y asegurarse la riqueza mediante el clientelismo político.
Y se verán arrastrados por el misterio de un motor que Dagny y Hank encuentran en una fábrica abandonada, un motor que podría proporcionar un suministro casi ilimitado de energía barata y limpia, pero que parece haber sido abandonado deliberadamente por su creador.
Americans will enter the voting booth this fall against a backdrop of the world collapsing as in Atlas Shrugged. Those who see the film or read the book will be compelled to ask deep and serious questions about the moral, political, and economic direction of the country. And their answers could well determine who is elected and whether America’s future will be bright or nasty, brutish, and short.
Edward Hudgins, ancien directeur du plaidoyer et chercheur principal à The Atlas Society, est aujourd'hui président de la Human Achievement Alliance et peut être contacté à ehudgins@humanachievementalliance.org.