Apenas cinco años después de tener en mis brazos a mis gemelas recién nacidas, acabo de verlas graduarse en preescolar. Cuando yo era joven, marcábamos la transición del instituto a la universidad, y eso era todo. ¿Nuestra cultura -y yo- ha ido demasiado lejos con las celebraciones?
Cuando era niño, las celebraciones de cumpleaños y otros hitos personales eran modestas. Familia, unos pocos amigos, algunos regalos, diversión. Pero ahora veo a padres de niños que aún no han llegado a la guardería alquilar gimnasios infantiles e invitar a docenas de niños y familias a grandes fiestas. Veo elaboradas fiestas de Bar Mitzvah y de dulces dieciséis. Se añaden al calendario celebraciones por las graduaciones de casi todos los niveles académicos. Oigo quejas de que los padres se exceden, son demasiado comerciales o materialistas.
¿Son buenas o malas estas celebraciones? Depende. Si el objetivo de los padres es presumir ante otros padres, la respuesta es "¡Mal!". O si los padres equiparan de algún modo los gastos monetarios con el amor a sus hijos, de nuevo, sus valores están mezclados, por no decir otra cosa.
Si, por el contrario, los padres sólo quieren ver a sus hijos encantados, ¡pues no se me ocurre nada más delicioso que eso!
En el caso de la graduación preescolar de mis hijas, mi motivación era más polifacética. Quería celebrar sus logros e inculcarles el valor de superarse.
En Atlas Shrugged, la heroína Dagny Taggart se encuentra con una joven y su marido que se han retirado del mundo con sus dos hijos pequeños. Los niños "tenían la confianza abierta, alegre y amistosa de los gatitos" y un "sentido no presuntuoso de su propio valor". Tenían "la ansiosa curiosidad que se aventuraría en cualquier parte". La mujer explica que busca "educar a mis hijos como seres humanos. No los entregaría a los sistemas educativos ideados para atrofiar el cerebro de un niño, para convencerle de que la razón es impotente, de que la existencia es un caos irracional con el que es incapaz de lidiar, y reducirle así a un estado de miedo crónico".
Mi esposa Talia y yo matriculamos a nuestras hijas en una pequeña escuela cooperativa. Eso significaba que nosotros y los demás padres no sólo invertíamos nuestro dinero, sino también nuestro tiempo y esfuerzo en la educación de nuestras hijas. Los padres ayudaban en las aulas y en la recaudación de fondos y otras actividades escolares. Mi mujer llegó a conocer especialmente a los otros padres y a los niños que se habían hecho amigos de nuestras hijas. Y nosotros, padres de Estados Unidos, India, Japón, Corea, Jordania, Colombia y de todo el mundo, estábamos unidos en el objetivo de que nuestros hijos aprendieran.
En los dos últimos años, hemos visto crecer el amor de nuestras hijas por el aprendizaje y el logro. Siempre hemos intentado inculcarles esos valores en casa. Nos han contado con entusiasmo sus actividades diarias, nos han enseñado sus proyectos de manualidades, cada vez más sofisticados, y nos han hecho muchísimas preguntas.
Su graduación fue muy concurrida. Nos acompañaron mis padres, mi hermano y su esposa. En la ceremonia, los niños cantaron canciones con buena melodía y armonía. Hubo un pase de diapositivas con fotos de cada niño, desde que eran bebés, pasando por niños pequeños, hasta el comienzo del preescolar y culminando con ellos con gorritos y togas. Los niños señalaban y charlaban con alegría al ver aparecer las fotos de sus amigos: "¡Es Sophia! ¡Es Allegra! ¡Es Naomi! Es Samara!"
De especial interés fueron las respuestas a las diversas preguntas "¿Qué quieres ser o hacer de mayor?" del programa y del anuario. Nuestra Sophia quiere ser Supergirl y viajar al espacio. Nuestra Allegra quiere ser mamá y también ir al espacio. ¡El telescopio de papá ha influido! Y muchos de los otros niños querían ser médicos y científicos.
A la ceremonia siguió una fiesta para padres y familiares, con bocadillos -en su mayoría proporcionados por los padres-, tarta e incluso un espectáculo de magia. A los niños les encantó la celebración. A los padres y familiares les encantó la celebración.
Y estoy seguro de que Talía y yo no fuimos los únicos padres que dijimos a nuestros hijos: "Estamos muy orgullosos de vosotros. Has hecho un gran trabajo. Y estamos tan emocionados porque te hace tanta ilusión pasar al jardín de infancia. Os queremos".
Si esto no es digno de celebración, ¡nada lo es!
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Edward Hudgins, "Día de llevar a tus hijas al trabajo". 29 de abril de 2016.
William Thomas, "Obligaciones parentales". 28 de septiembre de 2010.
Video: Symposium on Parenting and Childhood from Atlas Summit 2014.
Edward Hudgins, former Director of Advocacy and Senior Scholar at The Atlas Society, is now President of the Human Achievement Alliance and can be reached at ehudgins@humanachievementalliance.org.